Como Mediadora
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La Mediación es un proceso en el que un tercero, cualificado y neutral, aceptado por los implicados en un conflicto y sin ningún poder de decisión, maneja el mismo de la forma más positiva posible para que todos ganen y que sean tenidas en cuenta las necesidades de todas las partes.
- Autocomposición: La solución al conflicto no viene impuesta por terceros, sino que la solución es negociada por las propias partes sin que el mediador tenga poder de decisión o imposición sobre los acuerdos a los que lleguen las propias partes.
- Voluntariedad: Son las partes las que libremente, deciden iniciar un proceso de Mediación. Si en algún momento desean abandonarlo, pueden hacerlo también voluntariamente manifestándolo por escrito.
- Neutralidad: Hace referencia al trabajo que el mediador tiene que hacer consigo mismo ya que si tiene su propio punto de vista, valores e intereses. Estos no deben mostrarse a las partes, ni imponerse en los acuerdos.
- Imparcialidad: Significa no tomar partido por ninguna de las partes, reequilibrar el tiempo y la atención que ambos necesitan e igualar las necesidades que cada uno precisa. Es decir, mantener una posición intermedia entre ambos, descubriendo los intereses y salvaguardando sus necesidades.
- Confidencialidad: Compromiso que el mediador adquiere y que le obliga a guardar secreto sobre el contenido de las entrevistas y de los asuntos tratados que contienen una implicación personal.
El proceso de mediación necesita de un espacio temporal acotado, por lo que suele limitarse a entre 5 y 10 sesiones habitualmente.
El proceso de mediación puede finalizar:
- En el momento en que las partes alcancen un acuerdo sobre la totalidad o alguna de sus diferencias.
- Cuando las partes de común acuerdo o individualmente la dan por finalizada.
- Cuando el mediador considere improbable que se consiga resolver las diferencias.
- Cuando se dé alguna de las contraindicaciones para la Mediación como son:
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- Que alguno de los miembros de la pareja no ejerza control sobre su voluntad.
- Si alguno de los miembros de la pareja tienen comportamientos disfuncionales (alcoholismo, toxicomanías…)
- En casos de violencia familiar y desequilibrio de poder.
- En caso de alegaciones o evidencias que indiquen que hay maltrato, abuso o descuido de los hijos.
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La Mediación es un proceso que tiene sus propias fases, pues no se trata de una intervención aislada y fuera de contexto:
- Se analiza y verifica la decisión de solucionar el conflicto.
- Se identifican y priorizan los temas a tratar.
- Se aíslan los puntos de acuerdo y desacuerdo.
- Se exploran alternativas.
- Se consideran compromisos.
- Se negocian posibles acuerdos.
Durante todo el proceso de mediación, el mediador tiene las siguientes funciones:
- Conduce y controla el proceso.
- Elimina todos los obstáculos que impiden la comunicación al crear un clima apropiado.
- Ayuda a que en el proceso aparezca más y mejor información sobre el conflicto.
- Ayuda a las partes a tener mayores conocimientos específicos sobre su conflicto para, de esta forma, conducirlos hacia un cambio de percepción que conduzca a una resolución de naturaleza ganador-ganador.
- Ayuda a superar las situaciones de estancamiento y falta de salida durante el proceso.
El mediador conduce el procedimiento, dirige la dinámica del proceso, logra la confianza de las partes, controla su interacción, facilita la comunicación entre ellas y genera un clima propicio para que negocien.
- Facilita la comunicación.
- Disminuye la intensidad de los conflictos.
- Favorece los acuerdos amistosos; construye relaciones.
- Mantiene las relaciones entre padres e hijos.
- Economiza el proceso (más barato que el procedimiento judicial).
- Palía el coste emocional y social de la ruptura.
- Reduce el tiempo necesario para resolver el conflicto.
- Permite revisar los acuerdos cuando las circunstancias varían.
- Promueve un mayor grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos al haberse llegado a ellos de mutuo acuerdo.